Postales Veraniegas


Llega el verano y todo es descontrol.  

En la época estival el ejefe cierra por una temporadita la empresa, suspendiendo de empleo y sueldo a Lantanique por “motivos vacacionales”.  Una cosa así sólo pasa en este eMundo pero Lantanique no se estresa. No le inquieta quedarse inactiva un tiempo. Ni siquiera le provoca curiosidad la propuesta de uno que le ofrecía  parte del sueldo en ESP y otra parte en visionados lujuriosos de su cuerpo fibrado  contoneándose por la pantallita de su localizador (lujuriosos o penosos, depende de su destreza y capacidad)


Sin embargo, la llegada de una invitación sin remitente sí que despierta su curiosidad, más que nada por la tonta esperanza de un reencuentro con aquel que antes la solía buscar.


Ilusionada por las “sorpresas inimaginables” que podían estar a punto de suceder ni siquiera se plantea los posibles peligros ocultos tras ese tipo de misivas.




Estudia con minuciosidad lo que piensa llevar como equipaje, siguiendo los consejos del mensaje: “….bikini  y ropa de baño, alguna prenda de vestir y calzado cómodo, protección solar de índice alto…sensualidad y ganas de pasarlo bien”


Lantanique sonríe satisfecha por ese toque perverso. Por supuesto pasa por alto el detalle de llevar sólo  prendas de vestir cómodas  y,  suponiendo que no todo serán  baños, excursiones y visitas museísticas, incluye además un vestidito algo llamativo,  por si acude a alguna fiesta.


La invitación indica un punto de encuentro en el puerto de la eciudad para dentro de un par de días. Así que, para no impacientarse con la espera, pierde el tiempo en la playa con baños de sal y sol.










El mismo mar de todos los veranos acaricia sus pies cuando se acerca a la orilla. El mismo mar de todos los veranos la mece llevándola hacia adentro. El mismo mar de todos los veranos la golpea cuando quiere salir, como castigándola por no dejarse llevar. El mismo mar de todos los veranos espera que se vuelva a meter en sus aguas para intentar,  en la próxima ocasión, que el vaivén de su lengua húmeda la moje más profundamente.


Desde la tumbona observa al resto de bañistas. A pocos metros de ella dos muchachos conversan espatarrados mientras se secan al sol. Uno de ellos explica, casi sin tomar aliento,  las predicciones que da este mes para los eciudadanos que estén bajo e Segno de Zoleno. El otro escucha sin decir nada mientras coloca mejor la cintura del  bañador para que se vea bien la goma del calzoncillo que lleva debajo, mostrando así que él cuida su miembro con prendas de marca (por suerte le quedaba limpio uno de Calvin Klein porque ponerse el de Nintendo resultaría jocoso)  





-Eligius, tío, deja de mirarte el calzoncillo y atiende mis predicciones para tu esegno. Por cierto, ¿sabías  que hay hongos que prosperan en áreas cálidas y húmedas, que se pueden desarrollar por fricción de las ropas y la humedad prolongada de la piel en la zona de las ingles y el escroto? Es el hongo que causa la tiña inguinal. Se puede contraer por llevar ropa húmeda y muy apretada.
-Calla, Lomus… vamos al agua?


Más a su izquierda un tipo, sentado bajo una sombrilla, lee muy concentrado un periódico. Lo curioso es que nunca pasa de página y no se sabe si tiene presbicia o miopía porque no deja de acercar y alejar la hoja a su cara. Quizás es un ejercicio que recomiendan en los gimnasios a lectores sedentarios o mirones pervertidos.

Cuando Lantanique se incorpora de nuevo para ir al agua, los brazos se le relajan y observa por encima del papel.






La violencia de las olas divierte a esas dos posibles víctimas de la tiña inguinal. 
Lantanique no para de colocarse bien las piezas del bikini que muestran zonas de su anatomía resguardadas del sol.  Las carcajadas de un par de chicas que juegan con un tipo en el agua le llaman la atención.  






El tipo, un pagafantas reencarnado, lucha por alcanzar a una  de ellas.  En la refriega, Lantanique vislumbra que también le asoma la marca del slip por debajo del bañador  y sonríe al ver que el mar le hace la mala pasada de dejarle parte del trasero al descubierto con un golpe de agua. Bajo el bañador, nuestro pagafantas reencarnado sólo lleva la tira de goma de un slip de marca, cosa que corta en seco la risa de sus vecinitas que van saliendo del agua mientras se miran impactadas.


No hay duda de que ese tipo nunca sufrirá de tiña inguinal pero al menos irá a la moda! 


Esas horas en la playa dejan el cuerpo sumido en una dejadez somnolienta que necesita reparo con una siesta. Tumbada en la cama, Lantanique relee fragmengos de los mensajes que ese misterioso anfitrión  le ha ido dejando para que no olvide la cita:
“…otro mordisquito ...estirando con los dientes un poco tu pelo rizado justito encima de tu sexo…Mi lengua descenderá sin prisa, lentamente, para que notes su rugosidad húmeda y tú te arquearás ofreciéndome ese botoncito duro que lameré de abajo a arriba, tocándote, una vez y otra, a golpecitos o aplastándolo sin descanso. Me gustará  notarlo duro … cogerte de las nalgas y apretarte contra mi …tu coñito en mi boca ...”




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Imposible que una cosa así se la envíe su ejefe. Tampoco es el estilo de  quien ella desearía que fuera. Pero la curiosidad la embarga y un día esa curiosidad la va a matar.