De Milicias, Malicias y Molicies


Lo último que recuerdo claramente de la noche anterior fue a Orbital71 agarrándome por los muslos, con riesgo de tirarme de aquella plataforma  que tiene el bar de Unió Nacionalista para sus mítines políticos pero donde a mí me dio por subir a bailar bajo los efectos del alcohol.



De cómo ocurrió? Pues no sé.  Quizás tuvo que ver la euforia de pegar días antes en unas cuantas batallas, intentado aportar mi granito de arena para recuperar nuestros territorios de manos de los USAnos, que con gran facilidad nos habían engullido como si fuéramos cacahuetes.
Aquellos logros hicieron que me sintiera  “alguien” dentro de la milicia en la que acababa de entrar con el único deseo de terminar con mi eVida.

Y es que la eVida se me había hecho tan cuesta arriba que no veía el horizonte nada claro. Sin nada en común con el resto del emundo, me sentía tan sola que dudar ante  la petición de ayuda de los pagafantas de la milicia Gudariak me resultó absurdo, igual de absurdo que seguir esperando al que ya no volveré a ver más.



Gurocall, Bulldog00 y Guinovart gritaban arengas en el canal del irc, sin dar órdenes concretas. Como buen pagafantástico, Orbital71 me ofreció parte de su arsenal para animarme a combatir codo con codo. Mientras me lo pensaba, desaparecieron.  Entré en estado de ansiedad: yo, sin el petate hecho, sin billetes para el traslado. Peor aún, sin saber siquiera dónde tenía que ir!!!!

Metí a lo loco todo lo que consideré imprescindible: ropa interior (unos cuantos tangas cogidos a  voleo del primer cajón) bandas depilatorias, toallitas desmaquillantes, tampones para esos días del ciclo por si se te adelanta con el stresssss (¿super o normal?... bah , de todos), kleenex (paquetes individuales para cuando lloro deprimida y para el inodoro, - dicen de nosotras que parece que nos comemos los rollos de papel higiénico pero es que  ellos nunca lo reponen-) ,acondicionador de rizos “mediterráneos” (esto ¿qué significa, cuándo lo he comprado?), gel de baño con aroma a coco (si emuero que sea de manera higiénica y oliendo bien)…

¿Acaso no pueden entender estos hombres las dificultades que se le presentan a una mujer en el momento de salir por patas a la contienda?



Llegué tarde, claro, y con la lengua afuera,  arrastrando mi petate,  los dos bazookas y las no-sé-cuántas-armas que Orbital71 dejó en mi almacén.  Pero pegué y me cargué los 25 asignados por misión, por  lo que encima reuní  otro bazooka y una barrita energética para guardar, que a mí eso de coleccionar me gusta.

La euforia me hizo bajar la guardia y accedí a tomar algo con los colegas  en la taberna de los de mi partido UN.  Las cosas habrían sido diferentes si alguna de mis amigas me hubiera acompañado. Pero tuve que ir sola: una porque no aguanta pagafantas… otras porque no las localicé.

Ithilwen, enemiga acérrima de los adorables pagafantas, coloca sus codos sobre la mesa y mirándola fijamente a los ojos le dice: -cuén-ta-me- lo -to-do!  Y no me dejes con incógnitas tipo “¿y  si fue Eligius el que me dejó durmiendo en el sofá tapándome con una mantita”?

No, Ithil, me desperté con una bata encima. Y quien me dejó tapada no era un adorable pagafantas, pero sí puede que fuera un aspirante a donjuán que, te vuelvo a repetir, no es lo mismo que el aspirante a Casanova. No compares un ligón convencional  con un ligón de gama alta.

Ithilwen sale en defensa del  donjuán porque en su mente femenina pervive  el estereotipo literario del  “caballero español”. Todavía  no ha descubierto que el  hombre que la quiere sinceramente está bajo ese tímido pagafantas que hoy tanto le irrita.

Para Lantanique el donjuán que se pasea por este eMundo  está más preocupado por la cantidad que por la calidad, por la dimensión social que por la espiritual. En general, tiene su táctica estudiada: primero te asedia como pagafantas adorable. Te lisonjea, alaba tu persona:  eres genial, divertida, encantadora. Y cuando considera que con eso ya tiene ganada tu confianza  entonces te inyecta pequeñas dosis de desprecio (por aquella idea machista de que así atraerá más tu deseo).  El desprecio no es constante, sólo en los momentos necesarios, un tira y afloja para poner a prueba los límites entre el odio y el amor, cosa que, ciertamente, cuaja en la mayoría de mujeres.  Pero no en él, porque llegado el momento de culminar con una demostración más carnal, el tipo desaparece, con la cínica idea de un eEnamoramiento de otra presa posiblemente mejor. Y vuelta a empezar.
Un Casanova no desprecia a sus presas, las adora hasta el final. Culmina con ellas todo el proceso de manera más inteligente, por lo que el engaño fue bonito mientras duró.

Ithilwen y Arrak se miran entre ellas con cara de impaciencia y tarareando  un “tell me more” acallan tanta teorización banal, ¿a quién le importa eso si la eVida es un juego?

Mira, Lanta, fíjate en aquel pagafantas con la vecinita de turno – le dice Ithilwen - Si dieran medallas por pagafantear igual que dan por la habilidad económica que dice tener, sería un maestro.



La mirada de Lantanique se detiene en una figura que parece observarlas en la distancia y de pronto una frase le golpea en la cabeza: ¿sabes el tiempo que he estado mirándote antes de hablarte?

La mente rebobina hacia la noche anterior.



Recuerdo a Guinovart con gesto de atragantarse mirando, (ya le he dicho mil veces que se aprieta demasiado el nudo de la corbata). De UN no conozco a casi nadie.
Por no conocer no conozco ni al camarero, y eso que me sirvió mogollón de copas, ni a un tipo raro disfrazado con gafas de sol (¿¿¿Sombrax10????).
Sí que reconocí a Orbital71, ahogando el resquemor interior a base de tragos de gintonics antes de lanzarse decidido a la pista y aprisionarme con sus brazos.

-tell me more, tell me more  (qué pesaditas estáis, parecéis  la Olivia y el Travolta)

Pero es que a partir de ahí tengo un lapsus. Alguno de los del bar me debió llevar a casa. ¿Pero quién?  Ithilwen  pregunta cómo era el tipo. Ella conoce a muchos eciudadanos, pero en realidad quiere cerciorarse de que no fuese Sumsura el  que la acompañó.
¿Y si fue una mujer?- dice Arrak.

Recuerdo una carretera de curvas, sensación de vomitar por ese movimiento sinuoso, y la frase ¿sabes el tiempo que he estado mirándote antes de hablarte?



Recuerdo la suavidad de unas manos quitándome la ropa. Y, echada hacia atrás sobre mi cama, recuerdo el tacto de un cabello también suave y el contacto, húmedo y caliente,  de algo que me acaricia entre mis piernas.
Una mano aparta un poco la tela del tanga que llevo puesto. Ahora mismo  no podría decir si me excitaba más la lengua rozándome insistentemente o la goma de la tela que impedía que esa boca actuara con total libertad.

Recuerdo que me inmovilizó cogiéndome por las nalgas. La goma del tanga se había rasgado así que me alzó un poco para pegar mi sexo contra su boca. Y con la cadencia constante de la lengua, a veces temblorosa, a veces rígida, y unos dedos rozando mis pezones, los espasmos fueron en aumento.
 Pero no recuerdo más, ni siquiera el tacto de un miembro duro, ni penetrar, ni nada más.

Arrak me escucha y sonríe asintiendo, me coloca bien el pañuelo por encima de mis hombros, porque ha refrescado, y entonces es como si me volvieran a arropar con la bata de la noche anterior.

Nos quedamos calladas viendo pasar frente a nosotras al tipo que anda tras su vecinita, cargado de papeles, quizás preparándole su próxima campaña electoral. Y nos reímos al unísono pensando que en este eMundo hay dos tipos de mujeres: las vecinitas y nosotras.

 







1 comentario:

  1. Eres impresionante. Me maravilla tu imaginación y esa forma tan sutil de plasmarlo todo.
    No dejes de escribir, por favor, publica relatos nuevos. Estamos sedientos de ellos.

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