Qué espera Lantanique?

Qué impresionante! Vuelvo a casa y resulta que tengo tierras para edificar.




Eso sí, soy terrateniente de parcelas inútiles pues, aunque tengo dinero para construir, no tengo intención de montar empresas a destajo.
Entre mis terrenos baldíos busco el que ocupa mi casa, pero no lo veo. Tampoco veo el edificio de la editorial… ¿será que como no tengo una medalla de los medios no tengo derecho a un local en condiciones?.
Y ¿cómo es que dentro de mis tierras está el edificio de la empresa donde trabajo si esa empresa no es mía?  Ufff , me duele la cabeza.


Desde  mi accidente emocional ya no soy la misma. Según Galizalivre, el golpe recibido me dejó en estado cataléptico.




En un intento desesperado por devolverme la conciencia, los del servicio de urgencias se cebaron conmigo, dándome una buena tanda de bofetones, zarandeos y achuchones acompañados de gritos con preguntas tales como: cuál es tu nombre, dónde vives, cuántos dedos ves aquí, qué has tomado?
-Es el protocolo utilizado en casos de epilepsia y drogadicción – le dijo el enfermero al pobre Galizalivre, quien espantado les repetía que tan sólo había sufrido un golpe en la cabeza.
Me metieron en una sala de reanimación que me pareció mas bien de tortura por lo que algunas de mis neuronas decidieron echarme una mano y, cuando me sentaron en la camilla, medio lela, frente al enfermero con aspecto nazi que me daba palmaditas en las piernas y me atosigaba a preguntas, alcancé a decir a duras penas “soy Lantanique”.


-Chimobayo, déjala ya… ya ha dicho quien es, parece que ya ha vuelto en sí… tío… déjala que le sangra la nariz…


Por lo visto al tipo aquel le iba eso de tenerme en paños menores y con los tacones puestos. Como parecía estar sordo al final alargué el pie y le clavé la punta de uno de mis botines en su zona genital a ver si entonces me oía mejor mientras le chillaba, bastante histérica, que me llamaba Arare, Cirera88, Mibbirrobot, Kosito… (todos los nicks con los que me camuflo cuando quiero pasar desapercibida)


Los reconocimientos médicos no detectaron daño cerebral pero sí una pérdida selectiva de memoria: Ahora no recuerdo lo que no quiero recordar.


Por eso no recuerdo al eciudadano que vi en el momento de darme el golpe contra la farola. Sin mucho afán lo he buscado en la pecera, por si acaso hubiera algún resto de su existencia por allí, pero al no poder recordarlo para mí ahora es como si nunca hubiera estado.




En lo que sí estoy poniendo empeño es en recordar si alguna vez me prometí a alguien en ematrimonio. Porque  yo sé que espero algo pero ese algo ¿seguro que era una eboda?


Mi eamiga la lunática, tan aficionada ella a este tipo de eventos, me ha mostrado el notición que hay colgado en un canal del patio de chismosas del  IRC, de marcado carácter trolleante, y ¿por qué no decirlo también? espantosamente divertido, a veces.


Los servicios médicos me han aconsejado que vuelva a los lugares donde solía pasear y posiblemente así recuperaré la memoria pero con tantos cambios como se están produciendo no encuentro nada en su lugar…




Sentada en una terraza mirando el mar, allí la encontró. Se colocó en una mesa cercana para observarla mejor. Había venido de muy lejos para que ella le diera una respuesta,  pero ahora no sabía cómo abordarla. Verdaderamente no lo tenía muy claro aquella vez que se la encontró paseando en góndola (así llama Lantanique a sus paseos por los diferentes canales del irc) y le pidió, sin demasiados preámbulos, que se ecasara con él.
Otras eciudadanas darían un sí ilusionado o un no bien claro y contundente,  sin embargo Lantanique le respondió con otra pregunta: ¿por qué? Pregunta trampa, ya que englobaba un deseo de saber cómo le demostraría ese amor, cómo la querría, cosa que no supo contestar en aquel momento.
Tampoco en este momento sabría explicárselo porque ¿cómo decirle con palabras lo que sólo se puede demostrar con acciones?






Ahora, a pocos metros de distancia, fija sus ojos en esos dedos que juegan con el sobrecito vacío del azúcar del café. No deja de enrollarlo y desenrollarlo, y él cierra los ojos imaginándose que le coge esa mano y la posa en su cara. Y verdaderamente nota cómo los dedos de Lantanique le tocan la frente, le apartan el pelo, suavemente le rozan los ojos y descienden hacia sus labios que abre casi involuntariamente para que la lengua pueda degustafff el dulzor de ese dedo dentro de su boca. Y los dientes lo apresan durante unos segundos para succionarlo con avidez.


Al mismo tiempo su mente lo transporta a otras sensaciones que son las que querría compartir con ella, si ella le dijera que sí.


             




Cuando abre los ojos Lantanique lo está mirando y él, mostrando su mejor sonrisa profident, la saluda y se acerca para darle un par de besos en la mejilla.
Lantanique sabe que no es Vok pero recuerda que lo estaba esperando, también.







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