Los Celos de Halesios


El eMundo sigue cambiando. Sus eciudadanos siguen inquietos. Se lamentan a gritos pero no van más allá porque están educados en una especie de aceptación estoica de los designios “divinos”.




Siempre hay eciudadanos impulsivos y valientes que se esuicidan a la brava.




Sin embargo, hay una mayoría que prefiere anunciar su emuerte planificada: avisan que irán reduciendo las dosis de su adicción a fin de evitarse un shock anafiláctico. Explican que prefieren hacerlo poco a poco para así asumir el posible vacío que podría provocar en sus evidas el perder contacto con el resto de eciudadanos. La realidad de todos ellos es que, en el fondo, lo que les aterroriza es el proceso que conlleva la emuerte a causa de esta extraña intoxicación: falla circulatoria, angustia, escalofríos y prurito generalizado de inicio palmo-plantar. Los rasgos de la cara se alteran, la faz palidece y se cubre de sudor. El corazón aumenta su ritmo y se vuelve difícilmente auscultable. La tensión arterial desciende abruptamente; las extremidades se enfrían y el enfermo pierde la conciencia, e incluso puede convulsionar.




Viendo el panorama que la rodea, Lantanique acaba creyendo eso de que todas las civilizaciones acaban por destruirse. Según su opinión, el desencadenante del desastre será toda esta tecnología que atonta a las masas.




Bajo las aparentes mejoras de clicar aquí y allá, Halesios está cavando la tumba del eMundo. Todo aquel estado del bienestar que muchos reclaman al rememorar los tiempos felices de la V1 está siendo transformado por la mano que mece los sueños de Lantanique, y de paso también la toca.


Que los cambios no tienen explicación… ¿y qué? Lantanique tampoco entiende la frase con la que su localizador le da la bienvenida, esa que dice: “Conviértete en ciudadano y cambia el mundo”.
- Ah… pero ¿un eciudadano puede cambiar algo?
- Yes, man. Now, I go and I belive it!(hablando en el lenguaje oficial del eMundo para que me entienda “Plato” que, aunque aquí todos seamos bilingües y hasta multilingües, es obligatorio el uso del inglés con las autoridades).


En general a Lantanique le importan bien poco todas esas modificaciones. Tanto le da pegar en batallas lineales que en hexagonales. Ella lo único que hace es pasearse entre la gente, buscando no se sabe bien qué ni a quién.




Cuando se implantaron las Misiones se percató de  que nuevos iconos adornaban la pantalla de su localizador pero decidió no perder el tiempo, y menos aún sus ahorros, en la agonía de conseguir esos objetivos.


La evida bajo un puente resulta un tanto incómoda (y muy poco lógica cuando se tiene dinero suficiente para comprar una casa). Pero es que el mercado de la vivienda Lantanique no lo ha visto nunca claro: Para ella, comprar equivale adquirir y tener algo para siempre o hasta que decidas cambiar. ¿Quién compra una casa que tiene un tiempo determinado de vida? Es por eso que hasta ahora siempre ha vivido en las casas que otros eciudadanos le han regalado.


Ballantines, que está siempre a la última en cuanto a novedades (igual que el Sr. Sumsura), va informando de los futuros cambios… quizás ahora se llamen a las cosas por su nombre y aparezcan opciones de alquiler, que al menos se ajustarían más a la erealidad:  pagas religiosamente tus cuotas mensuales y si quieres cambiar, lo haces, pero no porque se te haya caído la casa encima.


Lantanique imagina lo divertido que puede resultar ir por las e-inmobiliarias para que los vendedores, disfrazados con traje y corbata de primera comunión, se vuelvan locos enseñándote viviendas de todas las formas y tamaños.




Sentada en el puente, con los pies  colgando,  se sorprende del  nuevo recurso que  ¡oh alabado sea Halesios ! permite el envío compulsivo de gritos …
-“Oye, que no es obligatorio gritar” – aúlla Ballantines en un intento de aplacar la furia chillona de los ingenuos usuarios.


Pero lo que no saben estos inconscientes es que ese regalito tiene trampa, es sólo una cortesía del amo para que hagan uso del derecho al pataleo con 30 gritos diarios pero ¡ojo! sólo entre “friends”.
De esta manera Halesios & Co. le jode a Lantanique sus erelaciones internaciones, pues no podrá utilizar esos gritos para captar pececitos fuera de nuestras fronteras. Ya no podrá hacer como hizo con aquel serbio simpático y exótico pero con el que no se entendía porque en su vocabulario había una extraña fijación con las palabras “sex” y “hot stuff” , de tal manera que ella pensó que no le iba bien la temperatura del agua de su pecera y la puso más fría, congelándolo.


Y ¿por qué Halesios hace todo esto? Sencillo: no olvida ni perdona lo miserable que siempre ha sido Lantanique con él.




No olvida la frustración testicular de la última vez cuando ella, espantada al descubrir su verdadera apariencia bajo los efectos de su excitación, salió huyendo de sus brazos. Tampoco le perdona que no oponga la misma resistencia a otros eciudadanos, como comprobó que pasó con el último, un individuo con un miembro para partir almendras y un torso apolíneo con el que Lantanique intercambió palabras y fluidos en los probadores de cierto centro comercial al que fueron a comprar trapitos.




Aunque en realidad lo que más le irrita es que ella siga esperando a otro.








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