Lo absurdo de mi eVida

Para cuatro tiritas que me han puesto y un vendaje en la mano no hacía falta tenerme tanto tiempo en este hospital.




El hospital de Catalonia es muy moderno, de reciente inauguración, y cuenta con un equipo sanitario muy profesional, pero excesivamente burocrático.




Recuerdo el trato afectuoso que nos dieron a todos los que llegamos en el camión sanitario. Algunos tuvieron una acogida y un trato especial, como se merecen los héroes heridos en la batalla.


Sin embargo a mí no me han tratado como al resto. A mí me han tenido aquí haciéndome pruebas y tomándome datos. 


El enfermero que me atendió empezó siendo amable. Amablemente me metió en una habitación; amablemente me pidió que me desvistiera y me colocara una especie de bata abierta por detrás; amablemente me hizo tumbarme en la camilla; amablemente empezó a palparme desde los tobillos hasta las caderas,  y encima sin guantes… Pero tuvo que detenerse porque yo, de la manera más amable que supe, le mostré mi mano herida para que viera que era ahí donde tenía que curarme…


Una vez terminado el vendaje, me hizo sentar para hacerme algunas preguntas. Viéndome algo reticente me aclaró que era necesario que me abriera una ficha de ingreso y aunque le dije que yo no necesitaba ingresar, con rotundidad me explicó que me tendrían que hacer algunas exploraciones para descartar diagnósticos equivocados. Ante mi cara de póker me contó que mi acompañante (el zoquete, como no!!!) había pedido mi ingreso puesto que me encontraba muy rara y que cuando me sacó de la trinchera estaba como sumida en una especie de shock, debido seguramente a algún golpe en la cabeza o a algún otro tipo de agresión que los médicos debían determinar.


Tras soltarme con sorna la frase “En este eMundo no hay sitio para taradas”, empezó a rellenar su cuestionario.


-Nombre?
-Lantanique
-Ok,  Lantanic ¿con c o con k? Cómo se escribe eso?
- No, mire, acabado en e y con una q
-Vamos a ver señorita, estamos en eEspaña, tal y como nosotros lo pronunciamos en castellano es “o con ce o con ka”
-Verá es que mi nombre no procede…
-Mire no me venga con historias, ¿por qué no se dejaron de hostias y le pusieron Lantanica, así no tendríamos problemas de grafía… Bien, edad?
- Pues verá yo llegué aquí hace ya bastantes meses…
- Ya … bueno si no me la quiere precisar pondré entre 28 y 35 años. Sí, por la exploración física realizada seguro que por ahí anda. 
- Dónde vive?
-Ahora mismo no sé.
-Humm, detecto problemas de desubicación espacio-temporal.
-Algún conocido o familiar con quien podamos contactar?
-Bueno en mi pecera cuento con bastantes eamigos, lo que pasa es que una gran parte están  o muertos o moribundos. Y los vivos pues sencillamente sobreviven.
-Entiendo… creo que voy a avisar al psiquiatra de guardia…


Unos días después han decidido que no tengo nada aparentemente preocupante y que tampoco soy un peligro social, así que el enfermero amable me ha entregado el alta del hospital y mis efectos personales.  Pero antes de salir por la puerta me ha cogido del brazo y hablándome casi al oído me ha dicho que usara ropa interior más normalita y que por favor no jugara tanto con la comida. Le he oído decir tembloroso que mi manera de chupar los muslitos de pollo le resultaba indecorosa  y más aún eso de mojar las magdalenas en la taza y comerlas chorreantes; eso le ponía enfermo.


En fin, hay personas muy escrupulosas a las que se les revuelve el estómago con cosas bien normales.




Echo un vistazo por el hall del hospital pero ningún conocido me espera. Fuera está lloviznando y la casa del zoquete queda lejos.  Recogeré todas mis cosas de allí y buscaré otro lugar para evivir.


Le cierro la puerta en las narices después de un adiós conflictivo. Pero no hay sitio para mí en una casa con tres balcones y en la que siempre estoy sola.
 Me voy calle abajo arrastrando mi maleta. En el bolsillo del pantalón encuentro una nota. 


“No es tiempo de cerezas pero encontré unos bombones rellenos de licor de cereza para degustarlos juntos”
eHotel Bombay. Hab.133


Empieza a llover más fuerte y  no tengo paraguas, sin embargo me da igual llegar a ese ehotel chorreando.







El Hombre Burbuja que me vino a Buscar


Como la Cenicienta del cuento infantil, Lantanique sigue flotando en sueños imaginarios esperando que alguien la saque de esa nave de cristal donde Halesios la tiene castigada.




Por motivos relacionados con su cargo de Sumo Hacedor, Halesios tuvo que reclamar la ayuda del pollo sin cabeza para que acudiera a diferentes revueltas y complicaciones que los eciudadanos del eMundo estaban causando.  Por eso no se percató del momento en que un elemento extraño cayó bruscamente sobre el techo transparente de la nave, formando una burbuja enorme que se iba desplomando lentamente hacia el suelo, junto al sofá donde Lantanique dormía profunda y tranquilamente.




Nada más rozar el suelo la burbuja se desintegró como una gran pompa de jabón y quien iba dentro dio de pleno con sus huesos en el suelo. Pero todo es fácil cuando todo va bien y, tras observar durante unos minutos el movimiento rítmico de su respiración, nuestro eciudadano la toca ligeramente en un hombro, dejando salir de su boca un tímido: “hey, ¿qué tal te va?
Lantanique no da crédito a sus ojos, ¿quién es este tipo? ¿todavía está soñando? ¿cómo ha entrado allí sin hacer ruido? Mirándolo bien, su cara le resulta familiar, esos ojos… pero Vokchan no la deja recapacitar y la estrecha contra sí, de la misma manera que la estrechó aquella vez que la dejó con el postre en la mano para irse a defender eEspaña. En aquella ocasión no terminó las dulces cerezas que Lantanique le ofreció amablemente, por eso ahora se atreve a besarla y rememora ese dulce sabor que sus papilas gustativas ya habían casi olvidado.


Pero una situación así siempre sale cara y aunque parecen ajenos totalmente a  Halesios y a su pollo guardián,  la realidad les devuelve a la pesadilla. La ira del Sumo Hacedor se desata,  a pesar de la intervención de las eDeidades voladoras enviadas por Haruhi para ayudar a Vokchan, al descubrir lo que está pasando. La pena y la rabia lo invaden de tal forma que los devuelve a las trincheras para que allí el propio juego acabe con ellos.


Dentro de esta  trinchera, el hombre burbuja que me vino a buscar no está a mi lado. Se ha desintegrado igual que mi sueño y he vuelto a la realidad de la ratonera hexagonal. Me mantengo inmóvil, a la espera de que acabe el conflicto y pueda salir de aquí para que me curen en el único hospital que tenemos en Catalonia. 




Entre el humo de la refriega me parece distinguir a Vokchan que corre desorientado y desaparece  ayudado por las eDeidades voladoras a las que se suele encomendar como buen PONero.  Yo sin embargo sigo ahí, sólo me puedo encomendar a la suerte y a la mano del zoquete que, al final me ha encontrado y con fuerza me estira, arrastrándome tras él.  Me lleva casi en volandas hasta alcanzar uno de los camiones sanitarios, donde me hace subir levantando bruscamente mi trasero. 





Mientras Sueño


A nadie le gusta estar encerrado y vigilado pero en algunos casos las condiciones son tan buenas que en vez de castigo parece un premio.  La realidad es la que es, pero se hace más llevadera si uno sabe crearse otra realidad paralela donde los aspectos oníricos te liberen de la tensión que causa el encierro injustificado. Y en esto Lantanique es un experta.

Halesios quiso castigarla por su incapacidad o su poco interés para hacer las cosas bien dentro de ese mundo virtual y paralelo a la VR que él ha creado con tanto esmero. No olvida el menosprecio con que piensa en él  llamándole “Sumo Hacedor” ante el resto de eciudadanos; tampoco cuando, cabreada, le grita   “que te folle un pez” con total desfachatez.  Ahora es él quien se regodea observándola en esa urna de cristal, después de dejar que la humillaran en aquel campo de batalla que ella bautizó, despreciativamente, como “ratonera hexagonal”.

Sin embargo Halesios siente debilidad cuando la ve preparándose algo de comer y contoneándose feliz al ritmo de alguna canción que le viene a la cabeza.


Y entonces empieza a desear dejarla allí para siempre, sólo para sus ojos. 

Cada día que pasa Halesios se vuelve más sensible, como más humano, y su imagen se va dibujando cada vez más a través de ese cristal líquido que hace de pared de esa nave, incluso saliéndose de ella en los momentos en que Lantanique se descuida o se duerme.

Y sus manos etéreas, tan ligeras que no tienen ni huellas, recorren la piel dorada por el sol de Lantanique, la acarician con cuidado de no despertarla, aprovechando la dejadez con la que duerme; le peinan el cabello y la desnudan para abrazarla, pegándose a ella en un intento frustrado de sentirla totalmente suya. Le entristece ser para ella sólo el Sumo Hacedor,  un ente virtual que nunca podrá materializarse y demostrarle cuán dulce es su manera de amar.


Desgraciadamente, en estos días de disturbios por el eMundo, Halesios se ha visto obligado a atender otros asuntos (guerras santas, discusiones entre políticos, batallas entre epaíses) así que deja al cuidado de su pollo sin cabeza la nave acristalada. 

Es gracias a esos momentos que los lamentos desesperados de Lantanique han visto la luz para dar aviso a sus eamigos y, gracias a esos momentos,  la carta desesperada enviada a Vokchan tuvo posibilidades de llegar.

Y mientras espera,  Lantanique siempre tiene el mismo sueño: que ese techo transparente en realidad es una enorme burbuja que de golpe se desprende y va cayendo lentamente con movimientos bamboleantes. Dentro de esa burbuja parece que hay alguien y justo cuando la burbuja llega a su lado, explota y todo se desvanece. Sólo un regusto dulce a cerezas le impregna la boca.

Por eso cada vez que cierra los ojos desea con fuerza que ese sueño no se desvanezca y despertar sólo cuando alguien la venga a rescatar. 

Y sigue soñando y esperando...

Las Paredes tienen Ojos

Tumbada en la oscuridad de la nave donde se encuentra, Lantanique  ha conseguido conciliar el sueño, o más bien la pesadilla, que ha mantenido ocupada su mente durante unas pocas horas.


Ahora, al despertar, descubre que la nave es amplia y que un gran chorro de luz natural entra por todo el techo. 
No hay ventanas, por aquello de que es uno de esos edificios inteligentes y enfermizos que se construyen actualmente pero que se venden bajo la etiqueta de “alto standing y diseño minimalista”.


Desde la cama donde reposa su cuerpo puede ver un gran sofá de cuero negro, una mesa larga de caoba, como las que se ven en las reuniones de ejecutivos VIP, y al fondo una cocina americana que, se supone, viene totalmente equipada. 


Sólo hay dos puertas en esa nave. Una está medio abierta y ve claramente que es la del baño. Se dirige hacia la otra puerta y gira el pomo con sigilo descubriendo que cede suavemente y que no está cerrada con ningún dispositivo de seguridad.  Sin embargo en cuanto la atrae hacia sí para abrirla, ésta se vuelve a cerrar con un gran portazo, apareciendo la figura emplumada


No le queda más remedio que recostarse en esa puerta y dejarse envolver por esas cuatro paredes que, por cierto, son de cristal líquido y van cambiando de formas, colores, paisajes, hasta el punto que Lantanique necesita cerrar sus ojos para no desvariar. 


Todavía no se ha dado cuenta del mando a distancia que le permitiría ver, gracias al sistema eWorld Places,  las penitencias que realiza [url=http://www.erepublik.com/es/article/primer-articulo-penitencia-1505662/1/20]Vokchan[/url] para conseguir que ella vuelva.


Si fuera algo más intrépida en vez de lamentarse podría descubrir que puede enviar al zoquete de su eamigo todo eso que ahora mismo se repite machaconamente ¿por qué te fuiste sin mí?

También descubriría que ese zoquete que la metió en aquella ratonera hexagonal, quedó cegado y anulado por el mismo ser emplumado que ahora la retiene a ella. Es por eso que, a pesar de ir corriendo tras él, lo perdió de vista al momento. Y no puede escuchar sus lamentos de culpabilidad 




Lantanique no deja de pensar que su incursión en esa jungla le ha salido mal y ahora no sabe en quién confiar ni a quién recurrir, si nadie atiende sus shouts…


De todas formas las paredes tienen ojos y un tipo la vigila… 


Quién sabe qué le espera a nuestra Lantanique…



Bienvenida a la Jungla




Hace un par de días Lantanique quedó atrapada en uno de esos 400 hexágonos que componen el campo de batalla en este eMundo, una casilla que a ella le pareció una ratonera hexagonal


En esta nueva V2 los eciudadanos disponen ahora de un mecanismo virtual que proporciona información sobre las actividades que realizan los demás. Por medio de esta especie de geolocalizador no sólo los admins sino también los eamigos de cada eciudadano saben a quiénes tienen en su área y lo que les está sucediendo en cada momento.


Puede que muchos no sepan que existe esta mejora. Desde luego Lantanique no tiene ni idea pero el sistema, bautizado como eWorld Places, ya se ha encargado de transmitir sus coordenadas para informar de su situación a los pocos eamigos que pululan en su pecera.


El Sr. Sumsura no tiene acceso a esa información. Se siente inquieto con la incertidumbre de no tener noticias de ella y empieza a pensar que Lantanique ha aprovechado el período vacacional para no volver.


No puede ver los gritos de SOS que lanza Lantanique,  como tampoco los pueden ver ni el Sr. Izumo.Sha, ni el Sr. Noel etc etc, ni el Sr. Jesser ni muchos otros.  Pero aquellos que sí lo ven la verdad es que parecen de piedra; alardean mucho de cómo actuar en el modo militar pero luego resulta que no saben qué hacer en caso de defensa a un compañero en apuros.


Come with me Into the trees We'll lay on the grass And let the hours pass Take my hand  Con estas palabras el tipo le jadea encima y Lantanique percibe un olor a sudor agrio que la está empezando a marear. Su ropa militar tiene unos ojales algo pequeños y nota que el tipo tiene dificultades para desabrocharle la casaca con una sola mano (en la otra lleva un fusil que no quiere soltar).  Se rinde por el nerviosismo (sus turnos de tiempo de batalla van pasando y él está ahí metido) y decide introducir la mano directamente entre un hueco de la tela. Lantanique cierra los ojos maldiciendo la estupidez que cometió dejándose aquella ropa interior y recordó las palabras de Lana: “hay que usar ropa de algodón siempre de color verde aceituna.  Nada de encajes ni transparencias que inciten al enemigo…contra más machunas, menos problemas”.  Pero es que ella estaba en una playa de vacaciones, tomando el sol junto al zoquete que ahora no aparece por ningún lado y toda su ropa interior es así…




Vockchan anda despistado estos días.  El servicio eWorld Places le ha dejado varias alertas sobre Lantanique. No sabe qué hacer así que primero se encomienda a Haruhi para rogar por su eamiga y luego entra en el IRC para ver si alguien tiene huevos de encontrar una solución, con la esperanza de que la ayuda llegará. 




Esa misma esperanza Lantanique ya la ha perdido pues otro elemento aparece en escena y por lo que vislumbra es un tipo raro con una casaca de plumas…

Sin entender bien qué ha pasado Lantanique abre los ojos en una nave oscura.  


En situaciones así lo mejor es controlar el miedo y esperar.