Cosas que pasan en Verano




Si, como me estoy temiendo, mi casa va a quedar así, mejor me voy buscando algún techo amigo y gratuito donde guarecerme porque no tengo intención de volver a gastar mis ahorros en casas caducifolias. 


Está visto que el Sumo Hacedor ha destruido toda posibilidad de encontrar puentes dignos bajo los que dormir, o bonitos despachos donde dejar libre a una okupa por unas horitas. De esta manera han anulado nuestra capacidad de picaresca, rasgo que el eciudadano español siempre había dominado pero que está siendo absorbido por la capacidad hipócrita del carácter anglosajón.


Viendo que el sector de la construcción en este eMundo está muy corrompido y que los materiales que utilizan son de malísima calidad, no estoy dispuesta a que mi vida y la de mi pecera peligren tontamente;  así que cuando llega el fin de semana lo que hago es contactar con algunos buenos eciudadanos para ver si me invitan, con la excusa de que a mí “la casa se me cae encima” y no soporto tanta soledad.  Este truco es infalible.


Uno de estos eciudadanos me contó que en  Mexico hay playas preciosas, pero todas nudistas.  Lo mismo lo dijo para que me lo repensara y me olvidara del fin de semana, no lo sé, el caso es que a estas alturas de la eVida no me iba a andar con remilgos y aunque sólo practico el nudismo de puertas para adentro me hice la chula y a la playa nos fuimos. 


Hacerme subir en una moto de gran cilindrada un día de calor es pedir demasiado. La ropa sobra y el casco también. Los arranques y los frenazos te mantienen en una ansiedad constante y encima tienes que ir bien agarradita al conductor por miedo a salir despedida, cosa que me provocó un estado lapa contra el eciudadano que me llevaba de paquete. Si añadimos que el motorista quiere dárselas de “dottore rossi” pues entonces ya es imposible no traspasarlo con las uñas y destrozarle la espalda hasta con los dientes, puesto que de ninguna de las maneras oye que le estás gritando que no corra tanto…




Si vas con un loco al volante lo más desesperado que se me ocurriría hacer sería tirar del freno de mano con consecuencias bien graves para mi persona ya que me dejaría los sesos incrustados en la luna frontal. Pero yendo de paquete de un motorista sordo, o que cree que mis alaridos son de placer,  lo único que puede amansarlo y volverlo al redil es ir apretándole suave pero firmemente su zona íntima, de forma que la presión de mis manos en su sexo al final le indique que se le va a cortar el riego sanguíneo con consecuencias dolorosas e incluso graves. 


Y gracias a mi salvaje actitud este amable eciudadano redujo la marcha y llegamos sanos y salvos a la playita.


Para compensarlo, he intentado hacer que estos días junto a mí le resulten inolvidables  y creo que lo he conseguido pues además de las marcas que le dejé en la espalda sufrió una molesta insolación por lo que tuve que dedicarle cuidados intensivos que han alargado nuestra estancia en la zona.


En el momento de volver a casa me pidió que fuera yo quien manejara la moto (por si se le iba la pinza de nuevo… y por si a mí se me iban las manos). Así que esta vez era él quien iba de paquete y, por lo que recuerdo,  puedo asegurar que iba muy cómodo.




Ahora estoy en casa y metida en mi bañera repaso algunos de los momentos de estos cuatro días.






Después de la experiencia, no sé si el Sr Sumsura me volverá a invitar otro fin de semana en la playa.





Un momento para el recuerdo


En estos días de transferencia La Pecera mantiene a duras penas a sus componentes. Cada noche Lantanique la cambia de sitio para evitar que los cascotes que se van desprendiendo de su casa Q3 dañe a alguno de sus habitantes. Pero no es por culpa de esa casa con fecha de caducidad por lo que ahora hay cuerpos inertes en su pecera. Los cambios no son buenos para todos y la falta de adaptación los ha ido minando hasta dejarlos como recuerdos flotantes pero como el proceso de descomposición es ahora imperceptible, Lantanique siente pena y no los entierra.


Sin embargo, hay algunos elementos que sí se han adaptado a esta nueva versión y prosperan en su deseo de alcanzar la gloria. No tienen suficiente con lo conseguido en la V1. Ya no les satisface gestionar empresas, (en esta nueva versión hay que dedicarle demasiado tiempo y controlar demasiados aspectos); el mantenimiento de un periódico les va bien aunque sólo lo utilizan para manipular al resto de eciudadanos con fines propagandísticos y en momentos electorales;  y en el aspecto militar tener todas las medallitas de grado superior es algo que ya no les aporta el prestigio de los primeros momentos y menos ahora que el módulo militar no lo entiende ni su creador.


¿Qué le queda pues a uno de estos elementos para aspirar a nuevas sensaciones? Sin duda la política. Al igual que en la VR el ámbito político aporta grandes satisfacciones y grandes beneficios a todo el que se involucra. Todos se inician con fines altruistas y entran con sus mejores galas en ese agujero negro del que no duran más de un mes seguido porque la ropa acabará oliéndoles mal y no habrá quien les saque las manchas. Pero mientras eso no ocurre ¿por qué no disfrutar el momento?


Y así de feliz iba el otro día uno de esos elementos de la pecera,  vitoreado por sus seguidores, alardeando de confianza en sí mismo y  lanzando sus promesas al viento. 
Se cruzó con Lantanique en el aeropuerto. Él había vuelto a eEspaña para promocionar su candidatura como presidente de partido. La cinta mecánica lo transportaba rodeado de un grupo de gente, entre risas y abrazos. Lantanique se deslizaba por lado contrario y a pesar del bullicio ni siquiera se inmutó.


Me volví pensando que ella estaría mirando para saludarme pero sólo vi cómo su cuerpo se alejaba igual que un objeto en una cadena de montaje y no fui capaz de llamarla. Mi voz se quedó ahogada y ella se alejaba.



Y en ese momento recordé qué diferente se la veía aquella vez que me vino a despedir.

Yo había comprado un tiquet para viajar al extranjero e instalarme con mi novia. Estaba muy contento pero me cambió el humor cuando me enteré de que ese día los transportes estaban en huelga y no habría servicios hasta el día siguiente. Por culpa de las quejas por el traspaso a la nueva versión no estaba dispuesto a cambiar mis planes así que, si me veía en la necesidad, haría servir todas mis influencias para resolver ese imprevisto: un Mariscal de Campo tiene sus contactos.

Por un altavoz gritaron mi nombre. Me acerqué al mostrador de información y me dijeron que había un recado urgente para mí. Como Mariscal de Campo no podía eludir mi responsabilidad ya que solicitaban mi presencia así que me dispuse a volver sobre mis pasos y sin rechistar me subí a un coche que me llevaría hasta las instalaciones militares donde me estaban esperando. Pero el coche se desvió del camino.

Confieso que me inquieté un poquito porque no iba armado y se me figuró que podría ser un atentado contra mi persona. Como buen militar observé y ví que al volante iba una mujer…. Bah, se me disiparon todos los temores. ¿Qué me podría hacer una mujer?

El coche se detuvo en un lateral de la carretera. La mujer se volvió hacia mí y se quitó la gorra, soltando así su cabello ondulado. No me dio tiempo a reaccionar porque saltó hacia la parte posterior del coche. Como los cristales eran tintados, nadie podía sospechar qué pasaba ahí dentro. Se colocó a horcajadas sobre mí y empezó a quitarse el uniforme. Fui a decir algo pero su mano me tapó suavemente la boca y acercándose me dijo que no estaba bien que me fuera sin decirle adiós. Lantanique es así. No le gustan las despedidas a la francesa. Y como castigo por no recordar ese detalle me tapó los ojos con la corbata que llevaba puesta para que así ya nunca más la recordara.

Pero la fuerza de los sentidos me ha devuelto a la memoria todo lo que ocurrió durante esos largos minutos en aquel asiento trasero. Lástima que ella parece haberlos borrado por completo.