La Perdimos de Vista


The Power
La perdí de vista entre el humo, el bullicio y los cuerpos bamboleantes de los que llenaban el local.
No me habría dolido verla acompañada de su ejefe, porque sé de la relación cordial que les une, pero verla llegar del brazo de aquel eciudadano, precisamente aquél, me dejó paralizado. El mensajero sólo tenía que haberle dado el recado y marchar, no quedarse con ella.
Los observé de lejos y la ira del primer momento se fue apaciguando al descubrir que el  mensajero la dejaba olvidada en un rincón mientras él charlaba y se regodeaba, todo vanidoso, con los piropos y arrumacos de unas eamigas que allí encontró.
Respiraba aliviado pensando que un elemento así no debería suponer ningún peligro puesto que ella no le concedería jamás su atención. Y mientras construía en mi mente toda una teoría sobre las nulas posibilidades entre él y ella, la busqué en aquel rincón para ir a su encuentro y llevarla conmigo, pero ya no estaba.
Su pequeña figura se movía rápida hacia la salida y aunque reaccioné en cuestión de segundos, los cuerpos bamboleantes no me dejaban alcanzarla. Cuando salí al exterior ya era tarde. Las luces de un taxi se alejaban de allí, posiblemente con ella dentro.




Estaba lloviznando y el localizador con la humedad no funciona bien. 
Ahora, en mi habitación 133, espero igual que esperé en otra ocasión, y me duermo con la incertidumbre y el anhelo de que llame a mi puerta.






La perdí de vista entre el humo y el vidrio borroso de mi cubata.
Entré en aquel local por casualidad, yo normalmente voy de copas al bar del #SI. 
Mientras me servían mi consumición la ví llegar cogida del brazo de un tipo, como si necesitara protegerse de las miradas vidriosas de los allí presentes.
Su imagen se me figuraba desnuda y me dieron ganas de ir hacia ella y cobijarla bajo mi casaca de militar, oscura y apestosa por el sudor y la metralla. Me contuve y me la quedé mirando, allí en un rincón, esperando no sabía el qué. Puede que esperándome a mí. 
De qué me servía mirarla si ella no sabía ni que yo existía. 
Sin pensarlo demasiado cogí mi localizador y me puse a escribir un mensaje y luego otro y luego otro más con frases y palabras que me habría gustado decirle con mi propia voz.


"Hola quiero ser tu eAmigo y queria saber de tu vida,  quisiera saber lo que piensas y lo que sientes, y poder compartir con alguien diferente a los que conozco la experiencia de esta evida.    jajaja, disculpame, pero no me econoces todavia, esperemos a ver si resulto ser un emafioso, o un easesino, con el tiempo lo sabras, y tal ves te sorprendas y descubras que soy muy edulce...me intriga de una forma muy intrigante, y solo me te imagino, por tus relatos, que han llegado a lo profundo de mi eCorazon dejandome atontado y conmocionadoo, no soy de los que se expresan muy seguido, pero cuando lo hago es porque eCorazon ya no soporta las ganas de ser escuchado,
yo solo quiero un beso lantánico"


Cuando los envié, levanté la vista  pero ya había desaparecido. Quizás esperaba a otro y se fue con él. 


Ahora,  mientras aguardo en esta trinchera para entrar en acción, aprovecho y le envió una rosa virtual, a ver si las espinas de su corazón caen reblandecidas por mis palabras y me deja acercarme la próxima vez.






La perdí de vista entre el humo y los sinuosos cuerpos de aquellas dos preciosidades que me envolvieron cálidamente bajo sus miradas y abrazos. 




Sus turgentes pechotes despistaron por completo mi atención y no sé qué hizo ella, ni adónde fue  ni si se fue sola o acompañada. Hubo un instante que la ví tras la silueta de un tipo con una capucha pero yo estaba tan liado tocando y dejándome tocar que, sinceramente, me olvidé de su presencia. 


Aquellas preciosidades al rato se sintieron atraídas como un imán por otro eciudadano y entonces, cuando me dejaron solo entre el bullicio, fue cuando la eché de menos. 






La perdí de vista pero sólo un instante, sólo cuando cruzó el umbral de la puerta para desaparecer tras ella. 
A pesar del humo y de la gente que nos rodeaba, yo  fui hacia ella y le hablé. La tuve a escasos centímetros, percibí el olor que desprendía su cuerpo y también el de su aliento, ya que estaba masticando una hojita de menta del mojito que llevaba entre sus manos. 
Mis ojos vieron cómo me dio la espalda en cuanto me callé, quizás porque ella percibió la humedad de sus bragas tras escuchar mis palabras y la dureza de mi miembro al decírselas. 
La presión en la entrepierna me impidió moverme pero no me impidió seguirla con la mirada. Su cuerpo, con un vestido morado corto y  botas altas negras, se abrió paso entre la muchedumbre. Y me quedé con la imagen recurrente en mis pupilas de sus piernas liberadas de esas botas y mis manos recorriéndolas. 




Pero, no la seguí. Mis emujeres no me lo habrían permitido. Me guardé las ganas para otra ocasión.




La perdí de vista mientras buscaba en el bolsillo de mi pantalón un pañuelo para secarme el líquido del vaso, casi lleno, del mojito que me había vertido por todo el cuello y la chaqueta.
No fue toda la culpa suya que yo acabara mojado. Fui yo quien se cruzó en su camino y chocamos de lado. Ella me miró a los ojos y sentí que me reconocía. Hizo amago de decir algo pero no se detuvo.
En mi cuello quedó un ligero aroma a menta y limón así que cuando llegué a mi echoza ni siquiera me lo lavé. Me tumbé en mi cama y con ese aroma me adormecí, soñando como hacía tiempo no soñaba. Y vi nuestros cuerpos entrelazados en un baño de espuma del que no quería despertar. La bañera se transformaba en un río y el río era todo nuestro.




La perdimos de vista y respiramos tranquilas cuando la vimos salir.


Lo siento amo, yo también La perdí de vista. – Le dijo el pollo sin cabeza a Halesios - pero se subió a un taxi. Cuando deje de llover la podremos localizar.






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