"Mi eVida sin mi" (Fin del culebrón)


Han pasado algunos días desde que Lantanique comparte sus horas de eVida con su ejefe.  Ha quedado atrapada  en una relación íntimo-laboral extraña pero aceptada sin condiciones.




A pesar de haber perdido todo contacto con sus econocidos, no se siente infeliz, sólo de vez en cuando se pregunta por qué esos eciudadanos la han olvidado por completo y no recibe mensajes.


Ya ni siquiera percibo la presencia del  tutor mudo. Y es que desde que vivo  con mi ejefe ni siquiera tengo sueños porque estoy  como sumida en otra realidad.


Mi ejefe es un ser excéntrico y he tenido que adaptarme a sus necesidades. Al fin y al cabo una secretaria tiene que tener dotes de psicóloga para que todo fluya en buena sintonía. Ha de hacerle creer que él manda y que las cosas se hacen como él quiere, tejiendo poco a poco una red de dependencia mutua.  El objetivo de una buena secretaria es llegar a ser imprescindible pero sin que el  jefe sea consciente de ello.


De lo que no ha sido consciente Lantanique es que esa especie de telaraña, que empezó a tejer como jugando, se ha hecho tan grande y espesa que no deja ver los límites ni la salida. Pequeños momentos de clarividencia se abren en su mente mostrándole que todo en realidad ha estado sólo en su cabeza, pero son como chispazos que al momento se esfuman.


De hecho, nunca superó la crisis nerviosa que la dejó postrada en una cama del hospital, herida de muerte por arma psicológica; en compañía de algunos de esos buenos eamigos con los que su imaginación ha recreado momentos tan agradables pero del todo  inverosímiles.




Y el ejefe quedó siempre a la espera, enviándole orquídeas acompañadas de la misma nota    “Espero que se recupere pronto y tengamos ocasión de vernos y hablar. La echo de menos”.





Y  mientras, en la pecera que conforma este eMundo, los ejemplares están inquietos por los cambios que se avecinan. 




Uno de los admins, junto con Lana y el tutor mudo analizan las pocas posibilidades de esta eciudadana  en esa nueva V2.  Sin duda Lantanique, sin garantías de éxito para llevar a cabo la migración, quedará perdida y olvidada.



"El señor de la guerra"


Juin 20  Día 943 del  Nuevo Mundo




Qué curioso… en esta eVida he pasado de dormir bajo un puente con vistas al cielo a dormir en una cama redonda con vistas a un espejo. No sé si es más relajante o más inquietante. El espejo  pegado al techo me devuelve mi propia imagen envuelta en un lío de sábanas. Me costó dormirme. Lo mismo la magreoterapia me excitó en vez de relajarme y no paré de dar vueltas hasta casi la madrugada, cuando ya por desesperación los párpados me dieron una tregua.
Una vez despierta cogí  el móvil por si había alguna llamada. Nada, excepto un mensaje de mi vecino.




Quise devolver la llamada y hacerle saber que estaba bien,  “que seguimos siendo amigos y que …” pero  Minako me estaba mirando con cara de desaprobación y, con contundencia pero sin violencia, me arrancó el móvil de las manos. Me dió la ropa que había elegido para mí y me empujó hacia el baño. Cerré la puerta, dejándola a ella fuera. A ver si con ese gesto se enteraba de que hay cosas que me gusta hacer a solas!


Salimos de la habitación y abajo en el hall mi ejefe ya estaba esperando.


Al verlo se me empezó a disipar la inquietud que tenía por no poderme comunicar con nadie. Mi teléfono sólo recibía  mensajes pero no me permitía  hacer llamadas ni enviar sms….

Salimos al exterior. Cogida de su mano iba como hipnotizada. En una zona ajardinada nos habían preparado una mesa con el desayuno. Todo perfecto. A pocos metros Minako empieza a interpretar una pieza al piano de Chopin.




No sé qué decía mi ejefe pero desde luego a mí,  en ese momento,  me vino un flashback que me impedía  concentrarme en sus palabras.




Y entonces empecé a ver a mi ejefe un poquito raro. Me explicó sus planes de futuro próximo y puse toda mi atención para no perder detalle. Desde su huida intempestiva se había dedicado a montar un imperio armamentístico fuera del control legal de los admins y del gobierno.

“Habrá visto  -me dijo- que en este lugar no puede comunicarse con el exterior y es porque he restringido los accesos para que nadie la localice, y así evitar que me localicen a mí”. Me aseguró que eso no significaba que yo estuviera allí encerrada pero que durante estos días me vendría bien estar desconectada disfrutando únicamente de su  compañía y de todo lo que me quería mostrar. Pero que si no me interesaba su propuesta siempre podría volver a mi rutina diaria. Y dijo lo de rutina diaria en un tonito despreciativo como diciendo: penosa  eVida V1 dedicada al 2cliquer y poco más.


Convertirse en un señor de la guerra no había sido una decisión fácil para él, y alejarse de mí tampoco, por eso había pensado en una forma de colaboración conjunta que deseaba me ilusionara a mí de la misma manera que a él.


Es a partir de ese momento que empecé a encontrar a mi ejefe deliciosamente raro, por lo que  no me cuestioné demasiado todo aquello. De todas formas no adivinaba qué era lo que quería de mí exactamente  ¿quería contratarme de nuevo como soldadora o acaso quería una secretaria (si estudió mi currículum ya debió ver que tengo experiencia en este campo). ¿Y si lo que estaba buscando era una socia? Desde luego esta opción mejor que la olvidara. Lo mismo no quería otra cosa más que una tapadera para su negocio, un simple florero,  o una servicial esposa, ama de casa….mejor no preguntar para no desilusionarme así que dejé que me contagiara con sus planes para ese día.  Ya me diría él lo que quería ¿no? 


Que me llevara a visitar sus instalaciones ya era síntoma de una obsesión rara. Qué tipo de cita estábamos teniendo?  y debió sospechar un poco mi desilusión porque mientras la recorríamos me aclaró que lo que él había pensado para mí no formaba parte de todo aquello.




En la V2 el negocio de la Guerra sería de gran importancia y él ya lo tenía todo en marcha. Mi función: trabajar a su lado en su despacho, gestionando su agenda, sus llamadas, sus reuniones. Acompañarlo también en sus viajes estaba dentro de mis nuevas competencias y,  si se daba el caso, hacerle de guardaespaldas. Cuando dijo esto soltó una carcajada, pero me dejó intranquila, dudo  mucho que  Lana le hubiera dado buenas referencias a este respecto.


Mientras asimilaba toda esa información mi ejefe recibió una llamada importante. Y de golpe le entró prisa por irse. Se preparaban nuevas incursiones bélicas en el eMundo y él tenía que negociar in situ los suministros. 




Me llevó de vuelta al hotel. Y se despidió diciendo que ya nos veríamos al día siguiente en su despacho para empezar mi nueva actividad, si es que yo aceptaba su propuesta. Me dejaba  toda esa noche para pensarlo y añadió: “Nadie te echará en falta más que yo si rechazas mi propuesta y te vas”.


Una vez dentro de la habitación, quien empezó a echarlo en falta fui yo a él. Tan detallista y luego va y me deja allí sola… Me dejé caer en la cama con los ojos entrecerrados, imaginando cosas.




No estoy dormida. Oigo pasos sobre el parqué, pisadas suaves y rápidas. Es Minako quien se aproxima, se tumba a mi lado y desliza su mano por debajo de mi ropa. La veo reflejada en el espejo del techo. Veo que se moja  un dedo y noto cómo lo desliza húmedo por mi espalda. Me dibuja símbolos muy despacio, y me susurra palabras incomprensibles al oído. Las palabras terminan en pequeñas caricias con la punta de su lengua, jugando alrededor de mi cuello. Bruscamente me vuelve hacia ella y funde su boca en la mía. Después ya caigo en una especie de estupor, complacida por esas sensaciones nuevas para mí. Y sólo de vez en  cuando abro los ojos para verla cómo se mueve sobre mí.



"El Encuentro"




¿Una pesadilla puede tener algún significado premonitorio? ¿Cómo una se puede dormir plácidamente, aunque el sofá sea incómodo,  y despertarse con la sensación de que algo va a ir mal? 


Las escenas del sueño se habían sucedido como en cámara lenta pero una vez despierta, recordando la situación vivida, el hecho en sí no tenía demasiados detalles que explicar:


Estoy en un bosque y es de noche. 


Pienso que es un bosque porque estoy al pie de un árbol  con un tronco enorme. Por lo visto ha llovido muchísimo y todo el terreno es un barrizal. Estoy descalza y con mis pies noto las gruesas raíces del árbol que sobresalen a la superficie. Alguien me acompaña. Es un hombre y parece que lo conozco porque estoy tranquila a su lado pero no sé quien es porque no le veo la cara. Me coge de la mano y me señala un orificio en el suelo, junto a una de las raíces que sobresalen del árbol. Me dice que entremos juntos por ese orificio. Yo tengo mis dudas y le digo que por ahí no quepo, además está todo lleno de barro y me voy a poner pringada. Me insiste varias veces y me tranquiliza diciendo que no me preocupe, que me abrace a él fuertemente y que juntos nos deslizaremos hacia dentro. Y tras mucho dudar, al final lo hago. Mi cuerpo y el suyo son uno solo y noto cómo la tierra me absorbe desde los pies. Aprieto mi cara contra su pecho y cierro los ojos fuertemente, hasta que los vuelvo a abrir y me encuentro en una especie de sala con depósitos de agua. Veo a mi acompañante quitándose todo el barro de su cuerpo y que me indica con la mano que me acerque para limpiarme a mí también. El agua va cayendo y con su mano elimina todos los restos de suciedad de mi cuerpo. Miro a mi alrededor.  Las paredes son de piedra, no hay ventanas ni puertas.  Sí que puedo moverme por diferentes salas pero ninguna tiene salida y ahora no hay nadie allí conmigo. Pido ayuda y cuando más asustada estoy veo una imagen que se va difuminando hasta que me despierto






Me habría gustado tener a alguien conmigo para contárselo y que  me tranquilizara  diciéndome cosas como que ese sueño refleja  mi miedo al cambio,  mi inseguridad ante los acontecimientos que se avecinan, las dudas por ir al encuentro de algo desconocido … en fin, todo eso que se puede leer en los manuales de interpretación de sueños. Podría  haber recurrido a mi vecino pero posiblemente me habría respondido que eso era signo de que no me debía ir y menos de esa manera, con tanto misterio, sin saber ni siquiera dónde voy a estar… Por eso decidí preparar mi maleta y no decirle nada, no fuera que me convenciera.






Juin 19  Día 942 del  Nuevo Mundo


Validar mi billete resultó fácil. Una azafata me acompañó hasta dejarme dentro de un jet privado y mientras nos preparábamos para salir me ofreció un refresco. Era una tía oriental, muy mona y muy servicial, pero no quiso, o no supo, contestar a ninguna de mis preguntas. Sólo sabía sonreír, hacerme reverencias y a ratos me soltaba entre risitas: solplesa,  solplesa…. Supuse entonces que todo era una estrategia del ejefe para hacer más enigmático nuestro encuentro.


Llegué a no sé qué epaís, pero debía ser tropical, por el calor y la humedad pegajosa. Eso mi ejefe me lo tendría que haber dicho porque habría metido en la maleta más piezas de algodón y menos sintéticas. Y encima sin repelente de insectos… empecé a transpirar sólo de pensarlo.


La oriental  me guió hasta la zona donde se recibe a los pasajeros. Franqueamos unas puertas giratorias que daban a la calle y avanzó a pasitos rápidos para abrirme la puerta de un coche. Por supuesto no entré a ciegas. Antes de meter una de mis piernas y aposentar mi trasero en un aerodinámico asiento de piel, asomé mi cabecita para ver quién era el chófer. No quería sorpresitas tipo “pulpo taxista”.  Por supuesto no era él, aunque puede que tras todos los acontecimientos que se sucedieron después quizás habría sido mejor que lo fuera.


Saludé tímidamente y dije cuatro tonterías referentes al  viaje y al calor, pero mi ejefe salvó la situación y tomó la palabra, dándome pie sólo a asentir o negar con la cabeza. Y es que reconozco que me sorprendió. No por el coche que conducía. Ese tipo de detalle es sólo un aspecto material,  ostentación innecesaria conmigo. Ni por su físico, eso son cosas subjetivas que no vienen al caso.  Y tampoco tenia que ver con esa cita en un lugar recóndito del eMundo…  No sé,  era una percepción rara.

El coche empezó a circular. A mi lado agarrando el volante con una mano tenía a un tipo bastante joven, quizás más joven que yo;  la otra mano la llevaba apoyada en la ventanilla. ¿Cómo podía conducir así?  Con el codo apoyado en el filo de la ventanilla se tocaba su pelo mientras me miraba, sin desviar del todo la vista de la carretera. Parecía más maravillado él que  yo de estar allí uno al lado del  otro. Del torso hacia arriba conducía un poco girado mirando hacia mí, con las piernas abiertas…  Yo sin embargo iba toda rígida, con las piernas bien juntitas, pegadas al asiento por  el sudor que iban desprendiendo.


Para el sector femenino que me esté leyendo (y al masculino que le pueda interesar este tipo de detalles) diré que mi ejefe no estaba mal, tenía un algo. Alto, delgado, cabello castaño y con un buen corte, ropa de lino informal pero elegante…  y un detalle curioso: el lóbulo de la oreja derecha estaba partido por la mitad… ummmh… por unos  segundos se me figuró la lengua de alguna de sus conquistas recorriéndoselos.



Aparté de mi mente ese pensamiento obsceno y le dirigí una leve sonrisa aparentando conformidad con  algo que me había dicho en ese momento.


Me llevó  hasta el hotel donde estaría alojada  y me acompañó hasta mi habitación para comprobar que todo estuviera tal y como él lo había pedido. 


Entonces salí de aquella nube de insonorización en la que había estado todo el trayecto y oí cómo le daba unas cuantas instrucciones a la oriental (la azafata oriental del vuelo) que estaba dentro del baño, preparándomelo. 


Vino hacia mí, me besó en la mejilla y me dijo: “ Mañana la vendré a buscar temprano, he organizado un día muy completo y mejor es que descanse. Minako se queda aquí por si necesita cualquier cosa”.


Y se largó. 


Me quedé paralizada en medio de esa habitación. Minako me llevó hasta el baño. Me desnudó, me metió en la bañera, me lavó el pelo dándome un suave masaje y también masajeó todo mi cuerpo, vamos que me hizo lo que yo denominaría una “magreoterapia”.


Luego me ayudó a vestirme y preparó la mesa para que cenara algo. Y allí estaba  yo sola, mordisqueando  unas verduritas al vapor cuando sonó mi teléfono y entró un mensaje:




Pensé en los econocidos que tenía en mi lista telefónica:  mi vecino, el manitas, el Mariscal de Campo, el teleco… incluso en mi eamigo impresentable, pero todas las llamadas que hice daban el mismo aviso: "sin cobertura".

"Y de postre unas cerezas"


Me estoy preparando para un concepto diferente de batalla y la verdad es que la puesta en práctica de los ejercicios que Lana nos inculca dan unos muy buenos resultados.


Según dice ella, la V2 pedirá nuevas estrategias y mayor capacidad de reacción. El nuevo método de preparación es  más sofisticado y tecnológico, equiparando la capacitación mental con la física.
Sólo unos pocos nos hemos iniciado en este nuevo sistema y los días de entrenamiento nos reunimos formando un grupito muy bien avenido.








De chicos nada más que hay uno y cuál fue mi sorpresa cuando descubrí que era uno que conocí recientemente,  el manitas en paro (quien por lo visto ahora no lo está porque se busca la vida haciendo chapuzas).




De momento los entrenamientos son únicamente para la puesta en marcha de la próxima versión, así que las incursiones que hacemos ahora siguen siendo en grupo : nos avisan de la batalla y allá que nos apuntamos todos a pegar contra el muro del enemigo, o a defender el nuestro.




Anoche no me acompañó ningún tutor y de vuelta a a casa, restablecida de mis heridas, me encontré con el manitas. Yo creo que me siguió porque ya es casualidad… Me quiso invitar a cenar algo pero al final quien lo invitó a cenar fui yo… en mi piso;  y es que me acordé que tengo la nevera con algunos restos de alimentos que quiero consumir antes de irme de fin de semana con el ejefe. No me gusta dejarme cosas en la nevera cuando me ausento por unos días… Y qué mejor ocasión que ésta para acabar con ellos antes.


Estos días mi vecino vigila mis movimientos, lo sé.  Una vez dentro de casa y mientras me ponía a decidir el menú, puso música y tan fuerte que podía distinguir perfectamente la letra de la canción y el mensaje que me estaba transmitiendo.




El manitas me aconsejó que no hiciera nada complicado, que a él le gustaban los platos sencillos y  poco preparados. Con eso de “poco preparados” ¿qué quería decir? No querría que le metiera una hoja de lechuga y una hamburguesa, para eso está el  eMacdonalds…  No, yo en la nevera tenía un par de lomos de salmón fresco que se hacen en un momento, condimentados con aceite, sal y enebro. Los envolví en papel de aluminio y los metí en el horno.   




Mientras se hacían, saqué lo que encontré para preparar una ensalada: unos tomatitos cherry, unas hojas de canónigo, unos cuantos brotes de rúcula y queso feta… ah y unas olivillas negras que estaban aburridas en un bote.  


Creía que resultaría una cena ligera y apetitosa pero por la cara que puso ví que no había acertado. Me explicó que lo verde no estaba dentro de sus gustos gastronómicos y el pescado menos… Le pregunté qué tipo de vino prefería para acompañar y de paso tragar de golpe cada bocado, pero me soltó que si era posible tomaría mejor un vaso de cola. ¿Dónde se ha visto eso? No me lo podía creer… una cena así con un refresco.  Que a mí, ese tipo de refrescos no me faltan, pero en todo caso los tomo para acompañar una pizza!


Viendo su dificultad para disfrutar de mis manjares y notando en mi cabeza los efectos del vino blanco que me estaba bebiendo yo solita, opté por ayudarlo a acabar su plato sentándome en su regazo y acercándole yo misma el tenedor a la boca. 


Esta forma no le desagradó y no opuso resistencia. Mansamente asomaba su lengua para que depositara allí los trocitos de salmón y los iba saboreando,  pero poco a poco también aprovechaba para ir acercando su boca peligrosamente a la mía, dejando que el tenedor perdiera su carga  por el camino.  La situación se puso un poquito sofocante y como los besos asalmonados no me resultan apetitosos recordé lo que teníamos de postre  y fui a buscarlo. 


Estábamos deleitándonos con nuestras cerezas cuando llamaron a la puerta, cortándonos el rollito.
No esperaba a nadie a esas horas, pero conociendo a mi vecino debí suponer que algo tramaría para evitar que la cosa fuera a más. 


Entró como un vendaval  diciendo que todos los eciudadanos nos teníamos que movilizar para ir a defender nuestro muro en las eColonias, que se estaban repartiendo armas y que había que trasladarse rápido. Yo no entendía nada porque hacía pocas horas que había vuelto de pegarme por esas zonas pero mi vecino me detuvo con un “tú no, tú te quedas” al tiempo que me daba un paquete que, por lo visto, había llegado esa mañana para mí. 


¿Y por qué no me lo dio antes?


El manitas, deseoso de servir a su epatria, se incorporó y se preparó para marchar. Se despidió de mí con un cálido abrazo, asegurándome que lo de esta noche quedaba pendiente y que volvería para celebrar la victoria, pero que para la próxima sería él quien trajera un postre muy dulce.


A su lado podía ver con el rabillo del ojo la cara enfurecida de mi vecino, que apretaba los puños y murmuraba entre dientes que se tenían que ir.




Ya a solas cogí y abrí el paquete. Era de mi ejefe.  Me enviaba una postal en marco digital. Pero estaba tan cansada de todo lo acontecido durante el día y tan resacosa por el vino de la cena que me dio pereza  conectarlo y pensé que mejor dejarlo para el día siguiente. 
Así pues me tiré en mi sofá y recordando al manitas me quedé dormida.




Y esta mañana lo primero que he hecho ha sido ver esa postal virtual. Parece ser que  mi ejefe se lo está pasando de muerte, fiestas a todas horas, mujeres por todos lados… no sé cómo es que se acuerda todavía de mí.


Me explica que está invirtiendo en un nuevo negocio de armas y que necesita mi colaboración. Añade que esta vez no admitirá excusas ni aplazamientos para nuestra cita. Exactamente no indica dónde está (será para que no lo localicen) pero me adjunta una tarjeta de activación con una clave que debo introducir cuando vaya al aeropuerto donde  embarcaré con destino a su encuentro.

"Lo que pasó...pasó"




Los acontecimientos de la otra noche me han distraído estos días impidiéndome centrar toda mi atención en los preparativos para mi viaje al encuentro de mi ejefe. Tampoco he cumplido con las expectativas de Lana, quien me había impuesto una tabla de ejercicios mucho más severa, de acorde con los cambios que se van a producir en esa futura V2 de la que todo el mundo habla, y que yo he reducido a un clic apresurado unos segundos antes de lanzarme a cualquier contienda. 



Mi vecino insiste en que lo que pasó la otra noche, pasó porque fui yo quien lo quiso. Fui yo quien le pedí que se quedara conmigo, fui yo quien lo metí en mi piso y fui yo quien le hizo pasar una noche inolvidable. Y ahora soy yo la que me niego a aceptar esa realidad y lo echo de mi evida.


Tomando a pequeños sorbos mi café, rememoro todo lo sucedido y, siendo sincera, sí que recuerdo todo lo que hicimos pero las imágenes que evoco no lo tienen a él como protagonista.


Ahora mi vecino está molesto conmigo y me recuerda que gracias a él salí de aquel sitio raro. Pero no es cierto que yo lo haya echado de mi evida, para mí sigue siendo mi vecino y lo sigo apreciando… sólo que me está empezando a preocupar este comportamiento mío y este puntito de frivolidad que no reconozco en mí. ¿Serán ciertas las palabras de mi eamigo impresentable cuando me reprochó  que yo ya no era la misma… que desde que estoy en esta eciudad he cambiado mucho?




Mi mala conciencia no me deja conciliar el sueño  


   
Y claro por las mañanas amanezco hecha un cristo. 


  


Es por esto que he enviado un mensaje a mi ejefe diciéndole que me resulta imposible acudir a nuestra cita por motivos personales y que nos podemos encontrar el próximo fin de semana.  Le pido que me disculpe igual que acabé haciéndolo yo cuando me dejó plantada él a mí.


Desde que mi ejefe se fugó, he pasado por varias empresas de distintos sectores. Una de ellas la dejé porque el dueño me empezó a bajar el sueldo. Sin ni siquiera mirar otras ofertas  y llevada por el impulso del momento,  le dí a DIMITIR para luego arrepentirme porque no encontraba empresas que ofrecieran más. Por desesperación me coloqué en la primera que encontré pero al segundo día recibí un aviso indicándome que no me podían pagar…suerte de eso porque así pude liberarme sin tener que cumplir la norma que establece este eMundo de los 3 días de prueba que te obligan a permanecer en la empresa aunque no quieras.


He perdido poder adquisitivo pero en la empresa que estoy ahora trabajo a diario y ya he conseguido un pequeño aumento. Con la nueva V2 que dicen que está al caer, periódicos como el eGuardian Chronicles  comentan que se necesitarán grandes cantidades de dinero para sobrevivir.  Incluso se están publicando guías informativas de cómo adaptarse al cambio.


Yo personalmente ya he pensado cómo sacarme un sobresueldo si las cosas se ponen difíciles, y mi ejefe no me ofrece una posición estable y bien remunerada, pues los ejercicios de Lana han mejorado mi  figura y algún provecho le tendré que sacar!






Mientras proyecto estas lujuriosas ideas recibo un mensaje en el móvil:




Es mi vecino que está furioso porque no respondo a sus llamadas.

"Una fiesta con muchos sobresaltos"



No sé qué porcentaje de hombres y mujeres debe haber en este ePaís.  Desde luego no me he puesto a analizar esta cuestión, sobre todo porque debe ser un castigo ponerse a estudiar la ficha de cada eciudadano para comprobar con qué sexo real se registró. Eso nos llevaría a descubrir que  nuestros eciudadanos (en su gran mayoría) son muy caprichosos, les gusta jugar al travestismo y lo mismo meten la imagen de una flor, de un famoso,  o de cualquier cosa que no tiene nada que ver con su registro real, con el objeto de falsear los datos y recibir a cambio una morbosa satisfacción. ¿Quién puede afirmar que una delicada flor con registro de mujer no sea en realidad un hombre… o incluso un admin camuflado?
Parece ser que al nuevo gobierno esto sí le preocupa. Han descubierto la posibilidad de tener entre nosotros “infiltrados indeseables” que utilizan estos métodos engañosos para ¿espiarnos?  Muchos de los componentes del gobierno llevan tiempo viviendo aquí y ahora que les toca a ellos el mandato descubren esa  inquietante posibilidad; mientras que una simple eciudadana hace tiempo que sospecha de todo el que se le cruza porque cree firmemente que el sistema en sí es un engranaje de espionaje sobre cada uno de sus componentes. 
Debido a estas sospechas, el nuevo gobierno ha puesto en marcha un organismo al que han bautizado como Centro Nacional de Inteligencia, eCNi,  que en realidad viene a ser un organismo de inspección y control “para velar por el bien de nuestra sociedad”, explican ellos.  Su Director, con la excusa de solicitar agentes colaboradores, ha convocado un evento cuyo objetivo en el fondo es  darse a conocer.
Nuestra Lantanique ha sido invitada, no porque sea nadie en esta eciudad sino porque quien ha organizado esa fiesta cree que le faltan floreros a sus salas.
Y allí va, sola y decidida , movida más que nada por la curiosidad de conocer a esos eciudadanos “importantes” pero también con el deseo oculto de encontrarse por casualidad con el tutor mudo o con su ejefe (bueno mejor dicho su exjefe con el que aún tiene una cita pendiente este fin de semana) o incluso con su eamigo indeseable…




Mi vecino se ha ofrecido a llevarme a la fiesta en su taxi. Me dice que voy muy elegante. Sus palabras me infunden seguridad. Últimamente mi vecino ha cambiado, se ha vuelto más delicado y cuida mucho su lenguaje. Cuando lo miro ya no veo aquella imagen surrealista del pulpo con sus tentáculos y sus ojos salidos. Al ir a bajarme del vehículo me coge la mano, acercando su cara a la mía, casi susurrando,  me dice que me puede venir a recoger, que lo llame si lo necesito. Y se despide con un beso en la cara y un “que te diviertas”.  Mientras me alejo  sigo notando su aliento cálido recorriéndome el cuerpo, pero claro, yo soy muy imaginativa.


Como era de esperar no me he encontrado con ninguna de las pocas mujeres conocidas que tengo en esta eciudad así que he tenido que hacer la pasarela yo solita, bajo las atentas miradas de los presentes y con la precaución de no tropezar en las escaleras, porque siempre he temido caerme cuando percibo que me observan.




Me ha venido a saludar el anfitrión con una copa de cava en la mano. Me ha presentado a unos cuantos asistentes, algunos de ellos con cargos importantes, pero como estaban muy ocupados hablando de temas de Estado me han dedicado poco tiempo.


A lo lejos he visto una cara conocida, el teleco de la nave donde trabajaba. Me ha explicado que al quedarse en paro buscó salida en el sector inmobiliario. Ahora con los cambios que se van a producir con la V2 hay que mover el mercado y por eso ha montado una franquicia de compra-venta de inmuebles. Me imagino que espera sacar grandes beneficios engatusando a los ingenuos compradores; y yo por lo visto estoy en su punto de mira porque ya me  ha dado su tarjeta insistiendo en que tiene una preciosa casa Q3 ideal para mí y que quiere que la vea.


También me ha dicho que el informático loco ha cambiado la tecnología por la milicia de élite y ahora es una autoridad militar, Mariscal de Campo creo que dijo. Lo mismo si me paseaba por las salas me lo podía encontrar y, puesto que fuimos tan amigos, seguro que se alegraría de verme.






Empiezo a aburrirme en esta fiesta. Una de las salas está más en penumbra que el resto y me adentro para sentarme un rato y poderme descalzar,  porque ya no siento los pies con los taconazos que llevo. Estaba masajeándolos cuando descubro la presencia de una Sombra en una esquina, junto a un gran ventanal. Se sienta a mi lado y sin mediar palabra me coge un pie, me lo empieza a acariciar y lo levanta un poco hasta la altura de su boca, con intención de lamerlo, o eso me pareció porque no le dí tiempo ni a sacar la lengua.  Es un tipo raro, no le veo la cara porque lleva una especie de túnica… debe ser un gótico, digo yo. Me dice que no es su intención molestarme que sólo quería comprobar el color de uñas de mis pies. El color morado le encanta  (no sé cómo lo ha visto si estamos casi a oscuras) y sin cortarse un pelo me pregunta si mi ropa interior también es de ese mismo color. No sé qué contestar, me ha pillado por sorpresa, pero no me deja pensármelo porque me ofrece un trago de su copa y más que un ofrecimiento es una orden pues me lo he bebido sin ni siquiera preguntar qué mejunje es.


A partir de ahí me veo saliendo de la fiesta acompañada por este ser extraño. El Mariscal de Campo me sigue con la mirada pero no hace nada por retenerme, ni siquiera nota que  le estoy pidiendo que me rescate de esa situación, será porque las palabras no me salen de la boca, y lo veo empequeñecer desde la ventanilla trasera del coche que no sé adónde me lleva. 


¿Otra fiesta? A esta no he sido invitada pero me abren paso todos porque voy acompañada de la “Sombra” que me mete en una habitación a solas con él, me sienta en un sillón y me ata las manos con un pañuelo de seda. No quiere lastimarme sólo ponerme en situación. Yo sólo pido que alguien venga a sacarme de allí porque esta situación no me pone nada, y menos cuando veo que se coloca frente a mí y empieza a quitarse la túnica.


http://dai.ly/q9u52J

Me he quedado paralizada, pero ¿qué tipo de perversión estúpida es está? 


No sé si reír o llorar. No me oigo a mí misma pero percibo la presencia de alguien más. Es el tutor mudo, me hace signos con la mano de que vaya hacia él, mientras la “Sombra” sigue como en trance con su numerito.




Me desata y me agarro fuertemente a mi tutor, quiero decirle con palabras que  se quede conmigo toda la noche porque no quiero que vuelva a desaparecer, pero sólo puedo mirarlo fijamente a la cara y transmitirle ese deseo porque la voz no me sale del cuerpo. 






Todo me parece un sueño espantoso con un salvador que llega en los momentos cruciales.




Me acuna en sus brazos mientras me tranquiliza como a una niña tras una pesadilla.




Y me despierto del sueño medio aturdida, pero en mi propia cama. Abro un poco los ojos y allí estoy desnuda, aunque no recuerdo haberme desvestido yo misma… Vuelvo a cerrar los ojos y percibo la respiración de otro cuerpo a mi lado, detrás de mí, una respiración cálida y relajada. Lo rozo con mi mano para comprobar que es cierto y  su pierna se coloca sobre mi cadera. Noto cómo su dedo baja desde la nuca hacia la cintura y cómo su lengua que toca imperceptiblemente mi lóbulo izquierdo  lo empieza a mordisquear. La mano se desliza por mi nalga y se introduce entre mis piernas. Estoy  a punto de abrir los ojos, volverme y colocarme encima de mi tutor mudo, pero quiero apurar al máximo  todas estas sensaciones tan agradables y lo dejo seguir, haciéndole creer que aún estoy dormida.  Un tímido gemido me descubre y entonces noto su boca pegada a mi oído diciéndome bajito: haz conmigo lo que quieras, nena….


Me giro sobresaltada y preguntándome qué hace allí, en mi cama, desnudo, mi vecino





"Caballeros de eEspaña"


Ya recuperada del puntazo sensiblero del otro día y asumida la situación, vuelvo a mi casa. 


Me encuentro el buzón lleno de propaganda electoral.




Sin demasiado interés,  leo los programas de los tipos que presentan su candidatura  y compruebo que utilizan estrategias y palabras muy similares para prometer lo que siempre se queda luego en agua de borrajas. 




Viendo sus imágenes,  que seguro han retocado con ayuda del photoshop, creo que me decantaré por votar al que físicamente me ponga más… al fin y al cabo sólo duran treinta días en el poder así que … “chicas, dejémosles pelear a fondo y luego alegrémonos la vista,” porque esa será la única satisfacción que nos llevemos este mes.




Una vez dentro de  casa coloco junto a la ventana la orquídea que mi ejefe me ha enviado al hospital. 


Mi vecino (el pulpo taxista del que suelo hablar últimamente) tuvo el detalle de cuidarla en su casa pues es una planta delicada que necesita luz. Releo la tarjeta  por enésima vez: “ su ingreso en el hospital me ha dejado preocupado. Espero que se recupere pronto y tengamos ocasión de vernos y hablar. La echo de menos”.


Durante estos días en el hospital, además de la cálida compañía de mi vecino (cálida porque descubro en él otros aspectos que antes no supe apreciar y también cálida porque últimamente siempre está sudando debido, según dice él,  a  que hace demasiado calor en nuestra eciudad), otros eciudadanos también se han  interesado por mi estado de ánimo.  Así he mantenido  ratos de charla virtual con el  manitas en paro, que han sido muy agradables. También se puso en contacto conmigo un político con conocimientos en psicología que se ofreció a darme sesiones de terapia gratis, en caso de que lo necesitase.  Personalmente prefiero tenerlo como eamigo que no como psicólogo,  si me analiza demasiado lo mismo sale huyendo…


Pero ha sido  WapaAstur quien me dejó realmente sorprendida cuando me hizo llegar un obsequio, que ella misma había creado para mí,  con el deseo de devolverme el ánimo. La cabecera con la que se abre ahora este folletín es diseño totalmente suyo y desde aquí quiero agradecérselo nuevamente.






Revisando mis correos electrónicos abro uno que acabo de recibir. Es un billete para viajar a Asturias.  


Es de parte de mi ejefe que quiere que vaya.  Esta vez no es una entrevista,  es una cita. 


Mi ejefe ¿quiere jugar? Pues juguemos….