"Acepté pulpo como animal de compañía"


Para quien haya abierto este link por casualidad, aconsejo leer capítulos anteriores empezando, como todo en esta vida, por el principio. Vamos, que mi periódico, para leerlo correctamente, hay que empezarlo por la última página.

Bien, sigamos con mi folletín:

Yo quería trasladarme unos días a eBarcelona, por motivos terapéuticos, pero quería hacerlo de la forma más económica posible. Se me ocurrió que lo mejor sería hacer autostop, pero este dichoso ePaís no lo permite… así que tuve que perder un ratito mirando el catálogo que nos ofrece eR para comprar un billete. Yo quería gastar lo menos posible pero las opciones eran pocas. Finalmente encontré un servicio por carretera, claro que al ser low cost las prestaciones eran más cutres.

Lo bueno de estos catálogos en eR es que tú eliges, ves el perfil de quien ofrece el servicio y entonces decides. A mí no me importó lo cutre porque el avatar de mi taxista era el de una mujer (bien parecida, por cierto) y eso haría más tranquilo el trayecto….a no ser que fuera una lesbiana salida….pero bueno, por lo que se podía apreciar parecía una tía simpática, y eso me hizo decidirme. Cliqué y le compré un billete.

A la hora convenida me puse a esperar. Una música machacona flotando en el ambiente se hacía cada vez más cercana y de golpe un coche echando humo frenó a mi lado. Un tipo asomó el cabezón…era mi taxista…



¿Dónde estaba aquella tía con ojos lánguidos, pelo largo y cara de princesa? ¿Acaso había preferido cambiarse de sexo (en cuerpo y alma) para acabar con esa pinta que evito describir por no dañar la sensibilidad de mis queridos lectores?

Unos brazos de pulpo me abrían amablemente la puerta de la tartana que se suponía me llevaría a mi lugar de destino, mientras me explicaba que… “bueno…una indisposición…esos días del mes por los que todas nosotras pasamos….que como mujer lo tenía que entender…”  En fin, que el tipo se había buscado una buena estrategia para colocar su producto.

Empezábamos mal!  

Aquella carraca no tiraba, mi puerta quedaba encallada por lo que para salir siempre me tenía que abrir él, no se podía bajar la ventanilla de forma automática porque el motorcito estaba estropeado… sufrí calor y un montón de paradas “técnicas”. Intenté ser comprensiva y paciente, lo mismo aquel tipo tenía problemas de próstata (aunque era todavía joven para ese tipo de disfunción).

En una de aquellas paradas nos tomamos algo juntos…. Él pidió un “ballantines” y jugueteando con su vaso en la mano me miró y me dijo: “bonito color de labios, cuál usas?” A mí en aquel momento sólo se me ocurrió contestarle que si es que quería comprarse uno igual. Pero luego me arrepentí de ser tan borde y le dije que era mi color natural. No satisfecho con esa respuesta añadió que un color rojo me quedaría muy bien, pero repuse que ese tono daba un aire vulgar que no iba conmigo. Se sonrió y dijo que me equivocaba y que seguro daría una textura diferente a mis labios, “proporcionando una experiencia mágica e inigualable a quien los pudiera tocar”.

No era cuestión de ser descortés con un piropo así, sobre todo porque no me quería quedar tirada a medio viaje… así que, por quitar leña al asunto,  dije: “sí, una experiencia religiosa, mística, casi tántrica”  Y queriendo resultar un poco graciosa acabé resultándole un tanto morbosa. Se levantó de golpe y me dijo que lo disculpara, que iba al baño. En ese momento comprobé que no era un problema de próstata lo suyo, sino un calentón más fuerte que los de su tartana.

En fin, el resto del viaje tuve que soportar comentarios lúbricos, chistes y todo tipo de alusiones a la anatomía femenina. Todo ello acompañado de su especial selección musical y sus caidítas de mano, como quien no quiere la cosa, entre mis muslos.



Llegados a destino y con un batiburrillo musical en la cabeza, me apeé del coche y me alejé a paso rápido. La cabeza del pulpo asomaba por la ventanilla gritándome buena suerte y que no dudara en llamarlo para el próximo servicio. Mientras caminaba notaba sus ojos escaneando mis partes traseras.

Volví en avión, por supuesto, en primera preferente.



Ahora ya estoy de nuevo frente a mi terminal. La pantalla del ordenador me da la bienvenida con una preciosa rosa roja y un texto flotante que dice. “La puse en agua para que no se marchitara hasta su vuelta. Por cierto, un día de estos tendríamos que hablar”.



¿Hablar… con quién….de qué? ¿Este mensaje flotante es de mi ejefe… del informático loco… de alguno de mis compañeros “ladradores poco mordedores”…, del pulpo hortera… del avatar del pulpo…del ADMIN?

Tantas preguntas sin respuesta inmediata me hacen perder vitalidad…. Voy a hacer mis dos clics diarios y a comprobar si alguien me ha hecho algún regalito que me levante la moral.

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